Un viaje por los círculos automovilísticos de los años cinquenta. Parecía que a los pilotos les era indiferente su futuro, la vida, la muerte, y esta indiferencia era la principal característica de su naturaleza. Al fin y al cabo, habían ganado la partida más importante, la de la guerra, por lo que desafiar curvas, subidas y bajadas a gran velocidad no les parecía algo tan arriesgado. Llevaban la velocidad en la sangre, como si fuera un sueño ancestral. Eran inconscientes, pero por eso mismo se les consideraba héroes. La emoción de la velocidad se reflejaba en el entusiasmo de las grandes multitudes de espectadores y aficionados que iban a verlos.
Princes
Camille Hamet
Princes
Camille Hamet